domingo, 15 de agosto de 2010
LA LUNA MUERE
Mi corazón no siente el olvido
Te tengo aún en el recuerdo de mi memoria
Quedan reñidas
La tranquilidad con la soledad
No son buenas amigas
Entre oscuridad y penas
Me pierdo en mis pocas esperanzas
Mi corazón fue pisado y vendido
Y vi como la luna moría
Se apago la luz de la luna
Ya no es testigo del amor
Su preicado amante
En sus dulces días
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Una de mis pocas habilidades como enamorado lector de poesía es la de reconocer una pasión arrebatadora a la legua.
ResponderEliminarEl conjunto total de "La luna muere" no tiene nada que ver con el apacible envoltorio con el que nos presentas el poema.
Me hace mucha gracia el divertido juego que propones al entendimiento al diluir como aceite la tranquilidad y la soledad, cuando curiosamente son dos estados de ánimo íntimamente (aunque de forma contradictoria) relacionados en la psiquis del ser humano.
Sé que ese tipo de arranque del poema le queda muy bien al sereno aura que envuelve la foto de tu perfil pero, no niña, a ti te arde el alma igual que a mí y a la mayoría de los poetas que hemos amado y sufrido.
De hecho no tardas ni dos líneas en decir (cantar a dulces gritos) “mi corazón fue pisado y vendido y vi cómo la luna moría”.
Esa frase es espectacular Irene, sueles colar unas cuantas de esas en tus poemas, todos tus parecen armónicos pero observándolos a trasluz se nota a las claras que, de no ser por alguna razón que te lo impide, serías capaz de desmelenar tu espíritu y crear un poema de dimensiones wagnerianas que dejara corto en violencia emocional al más fuerte de los volcanes.
Pero cada uno tiene su estilo de versar y el tuyo quizá se base en la contención cuando tratas temas del corazón, como aun no conozco demasiado tu obra no puedo asegurarlo.
Por último te copio el final de tu poema:
Se apago la luz de la luna
Ya no es testigo del amor
Su "preicado" amante
Es "precario" amante ¿verdad?, es la palabra que yo hubiera elegido y desde luego la que mejor refuerza la belleza y el dolor de lo que quieres decir.